martes, 15 de mayo de 2012

Virgilio en nuestro recuerdo (Un testimonio)

ARMANDO ARTEAGA

Mayo de 2012. Lima, Perú.- Fue una suerte conocer en Lima al pintor mexicano Virgilio Gómez Ramírez.  Desde el primer día hablamos de Oaxaca.  Me parece que me tomó más confianza cuando le dije que “La llorona”  (esa canción que sabía casi desde niño) debería ser el himno nacional de México.  Es que en mi caso, soy casi medio mexicano desde la juventud en que estuve muy interesado por la poesía mexicana.  Vigilio me escuchaba muy atento, sus ojos brillaron cuando dije: Jaime Sabines.  Es que era  un indio -dijo Virgilio- .  Luego dije, Rulfo, otro indio –me replicó-.  Luego dije: Octavio Paz, - güero, -exclamó-.  Ese día hablamos de todo, especialmente de pintura, del muralismo mexicano: de Diego Ribera, de Siqueiros, de Frida, de Tamayo.  De Tamayo lo deje hablar, dijo muchas cosas bellas sobre Tamayo.  Y al final hablamos también de Toledo, de Vicente Rojo.   Y desde allí nos hicimos amigos para siempre.
Debe decirles, querido hermanos de Oaxaca, que nuestro Virgilio la pasó de la “pitri-mitri”  por acá en el Perú.  Se sentía a gusto, por eso se quedó tanto tiempo.  Claro que al final cuando le sucedió el acontecimiento de su muerte, Virgilio ya preparaba maletas.  Con Virgilio viajamos varias veces por el interior del país, en especial a la región serrana de Apurímac.  Ustedes,  hubieran visto al maestro Virgilio enseñándole pintura en su taller a los niños,  hijos de los campesinos.  No solo eso.  Y también, con Virgilio,  hicimos un Taller de Pintura acá en Lima, para niños de estas zonas de barrios marginales.  Era un maestro nato, tenia mucha paciencia para enseñar, y gozaba mirando las pinturas que hacían los niños.  Me comentaba con una sola palabra al mirar esas pinturas que hacían los niños: Klee, Miro, Kandinski, Saura, -decía Virgilio-.  Se suponía que eso motivaba  con mayor fluidez nuestra dialogo de amigos.
Virgilio Gómez, el maestro, el  arquitecto, el pintor, era un hombre de muchas bondades.  Tenía una inmensa cultura y un gran sentido del humor.  Tal vez por eso nos hicimos amigos. Hizo por acá varias exposiciones.  Yo asistí a casi todas las exposiciones que realizó, la mejor fue la que hizo en La Yacana, un café que queda en el Jirón de la Unión.  Yo siempre lo veía muy ocupado, hasta cuando nos divertíamos saliendo a comer o a beber algo por allí.  Siempre soñábamos haciendo proyectos.  De diez que hacíamos mentalmente, por lo menos realizábamos cinco. Era muy perfeccionista en su trabajo.  Muchos domingos me visitaba, venía a mi casa, conversábamos largo rato, me mostraba sus pinturas.  Y el seguía visitando a los amigos que tenía por toda la ciudad.  Era muy amiguero. Sabia llevar amistad con pintores, actores, escritores, pero también con la gente sencilla de la calle: los vendedores de periódicos, los ambulantes, y hasta los policías. Todas sus anécdotas le servían después para pintar o escribir.  Sabemos que escribió acá en Lima ese libro: “los zopilotes volaron por el cielo de Lima” (tenía ese titulo, sino recuerdo mal).
Quería decirles con estas palabras coloquiales,  que brotan del sentimiento de amistad que tuve con Virgilio, hago votos para que la “memoria” que nos queda acerca de Virgilio siga en aumento. Me emociona esta “Exposición” que están realizando en Biblioteca Henestroza sobre la obra de Virgilio, para que las nuevas generaciones conozcan, disfruten,  y discutan la obra que dejó el maestro Virgilio para la grandeza de la pintura mexicana. Estoy con ustedes en esa celebración, y espero estar en otras más.  Mi corazón está con ustedes y también con Virgilio.  Les digo desde ya que he digitalizado un video donde está Virgilio enseñando pintura a los niños, son cuatro lecciones en cuatro respectivos sábados.  Tengo más videos del viaje de Virgilio por Apurímac, voy a digitalizarlos también.  Espero alcánzales pronto este material, y es bueno recopilar así más testimonios. 
Saludo con mucha alegría,  y cariño,  este esfuerzo por volver a poner en la memoria la obra de Virgilio Gómez Ramírez, gran pintor mexicano que vivió acá en Perú.  Abrazos para los amigos de Virgilio en Oaxaca, que desde ya,  son también mis amigos.

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